La crisis de la verdad

La historia de la filosofía es una historia de autorefutaciones: los sucesivos filósofos ponen en cuestión los sistemas que elaboraron sus antecesores mostrando que la verdad metafísica del Uno es imposible. Sin embargo, hasta el S.XIX prevalece la ilusión de formular un sistema ontológico completo y coherente que de cuenta de la estructura íntima del Ser y de su dinámica. En ese espíritu prevalece la noción realista de la verdad que sostiene que un enunciado es verdadero si y solo si se corresponde con la realidad, con los hechos. Nietzsche, sin embargo, hace estallar ese criterio de verdad y golpea, como ningún otro pensador, la ya endeble casa de la metafísica occidental. La crisis de esa noción de verdad produce profundos cambios en diversos ámbitos culturales (filosofía, artes, ciencia, lingüística, etc.). Dichos cambios promueven posiciones que van del relativismo absoluto o el nihilismo hasta la utopía tecnocientificista hoy vigente. Gilles Deleuze, en el Abecedario, dice que “resistir” significa liberar una potencia de vida que había sido capturada y, por eso, resistir al temor que supone no contar con una verdad sujeta al criterio realista de verificación, libera posibilidades de experimentar un mundo que se agranda e intensifica por no ser, precisamente, ni verdadero ni falso1.