Problemas de la recepción

El giro hacia la instancia de la recepción a la hora de determinar el juicio estético aplicado a los productos artísticos se vio fortalecido notablemente hacia la década de 1960, cuando todo este movimiento –que implicaba un desvío o una renuncia respecto de las estéticas tradicionalmente basadas en el proceso de creación y/o en la obra de arte misma- logró articularse al menos en una corriente firme y localizada: la denominada “Escuela de Constanza”, con H. R. Jauss y W. Iser a la cabeza. Desde entonces, no sólo es de rigor conocer las propuestas generales de la postura y las particulares de dicha escuela, a fin de evaluar su productividad específica, sino que también resulta importante ver sus ideas impulsoras (como la Hermenéutica y la Fenomenología), sus líneas derivadas, que incluso se extienden a la Estética anglosajona (y de hecho, a los Estados Unidos) y algunas reflexiones coetáneas provenientes de otras zonas de las ciencias humanas. ¿Se trató de un fenómeno epocal, que hacía énfasis en la subjetividad del receptor como polo determinante del campo artístico en simultáneo con la agitación social de aquella conflictiva década, o bien de un cambio radical de paradigma en la consideración filosófica occidental del arte y los artistas, que devolvía el arte a manos del plano más olvidado: el del público? Al poner en perspectiva las reflexiones contemporáneas sobre la recepción, hoy imprescindibles para quien quiera poseer una visión de conjunto del medio artístico, surgen sus raíces antiguas y se hace evidente su conexión con el entorno social y el estado del pensamiento estético y semiótico de la posguerra, a la vez que se impone indagar seriamente el papel de la experiencia estética en el mundo contemporáneo.