Cuando Theodor Adorno afirmaba que en el exilio la única casa posible era la escritura, lo que ponderaba respecto a la relación entre exilio y escritura, era la potencia de la(s) lengua(s) – maternal/natal/literaria- del escritor como espacio de supervivencia para aquellas identidades amenazadas por la hostilidad del desplazamiento y la alteridad radical que éste conlleva para el sujeto desplazado. La literatura del exilio es tan antigua como la literatura y el exilio mismos, pero si bien es cierto que la experiencia exiliar ha atravesado toda la historia de la literatura como parte de las experiencias humanas en su sentido más general, no menos cierto es que para el caso de la historia latinoamericana, la experiencia del exilio, y la literatura producto de la misma, constituye un eje central de su devenir histórico. La dimensión exiliar es, por tanto, uno de los ejes principales de la historia cultural de América Latina.
Del 8 de agosto al 26 de septiembre